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El viaje de Telémaco

Entrenar la mente para patronear

Entrenar la mente para patronear

Mientras hacía una pausa (de leer autoevaluaciones de la asignatura de HHSS) leí un artículo cuyo título me interesó: entrenar la mente para intuición.Más allá de una educación centrada en seguir protocolos cerrados de actuación, el artículo defiende un pensamiento propio de "expertos" consistente en ser capaces de identificar el tipo de problema con el que se encuentran, o afrontan, una comprensión instantánea de la situación en la que se encuentran. Entre otras cosas hablaba de la utilidad de educar en la detección de patrones. Vamos con algunos fragmentos del texto:

"el cerebro es una máquina de reconocer patrones, después de todo, y cuando se centra en los objetivos correctos puede mejorar rápidamente la comprensión de un principio que desarrolla una persona"

"una vez que el cerebro tiene un propósito en mente, ajusta el sistema de la percepción para que busque en el entorno las pistas adecuadas".

La verdad es que el artículo es sugerente, aunque desde luego para mí no agota el potencial que tiene el concepto de patrón. Pero desde luego agradezco mucho que se empiece a tratar de manera más explícita este tema.

Aunque no me gusta ese tipo de referencias al cerebro como una máquina (que desde luego no es) o como una estructura distinta a nosotros mismos (hablar del cerebro como algo diferente a nosotros, cuando nosotros somos el cerebro, el resto de nuestro cuerpo, nuestro entorno social, nuestro contexto sociocultural e histórico, etc...), hay una serie de elementos que quería destacar. 

Patronear implica buscar, tal y como yo lo entiendo, información diferencial: aquello que coincide y no coincide con nuestras predicciones previas. Como proceso, es diferente imagino a buscar patrones concretos. 

Un ejemplo que pone el texto es una clase de historia del arte, donde verificaron que resultaba más fácil identificar estilos artísticos, si las obras de arte pertenecientes a los mismos, se mostraban de manera intercalada, en vez de secuencialmente (ver todo un estilo y tras él, otro estilo). Ver de manera intercalada permite realizar más comparaciones entre cada obra (en términos de similitud y diferencia) y de ahí realizar procesos de contraste más fino. Ver todas las obras pertenecientes a un estilo, facilitaría más los procesos de comparar por similitud, pero no tanto las diferencias. 

El ejemplo anterior, es un ejemplo que usa el proceso de construir patrones entendiendo el proceso perceptivo subyacente, pero claro está, hay mucho más. Creando diferencias y diferencias de diferencias se puede ir construyendo un concepto (más allá de agrupar, generalizar, abstraer, etc...). 

Imagino que cuando los patrones están formados, y más aún la habilidad de patronear, la mente inconsciente da como resultado eso que llamamos intuición (el producto consciente de todo un procesamiento de información compleja realizado de manera inconsciente). 

Enseñar orientando a construir patrones debería implicar entender los procesos implicados y así no depender de ningún producto. Al contrario que mucha de nuestra educación formal tradicional, que lamentablemente sobre todo lleva a aprender productos. 

También creo que más que identificar patrones, sería más interesante entender el papel de tiene construir un patrón mientras estamos investigando y explorando. Lo interesante es qué sucede cuando algo no coincide (y por lo tanto lo podemo notar) o sí coincide con nuestro patrón, y qué hacemos al respecto. Si enseñar patrones se queda sólo en clasificar estímulos X, creo que se pierde su conexión con otros procesos complejos como el de la creatividad y la innovación. 

Por cierto, recuerdo que este fue uno de los temas que estuvimos trabajando durante el curso de el Arte y la Ciencia de la Enseñanza Efectivas, el pasado mes de abril. 

Yo ya llevo tiempo intrigado con esto de los patrones, pero reconozco que hoy por hoy es un tema que me supera, creo que tengo mucho aún por aprender y explorar. Llegados a un punto del curso, hacia el final, recuerdo que le hice una pregunta a John McWhirter sobre este tema, algo así como: "¿podríamos profundizar más sobre esto de los patrones". La respuesta fue descorazonadora y desafiante a la vez: "En Escocia hacemos un curso sobre modelar los patrones que dura una semana, no hay tiempo ahora". Ante una respuesta así, yo me suelo picar, así que sigo explorando por mi cuenta. 

Si léeis el artículo, seguro que lo encontráis de utilidad: Entrenar la mente para la intuición (Benedict Carey) The New York Times, en El País página 6, del día 23 de junio de 2011. 

Por cierto, recomiendo también la lectura del post de David Herrero "Consigue la respuesta correcta II" y también el post "Do the opposite". Si los comparáis con éste, puede que emerja un patrón por los temas comunes que aparecen. 

Un saludo

 

Alejandro

 

 

 

Don't Panic

Trabajos, autoevaluaciones, tesis doctorales, trabajos de investigación, autorregistros, posts tardíos, posts póstumos, reuniones de coordinación, reuniones para preparar reuniones de coordinación. Estamos a mitad de junio ;)

Bandoliers

Momentos musicales tras esta semana intensa, que ya hacía mucho tiempo que no ponía algún vídeo en el blog.... 

Así cojo aire para escribir un par de posts que tengo pendientes.

Saludos...

IX Jornadas de Psicopedagogía

IX Jornadas de Psicopedagogía

No quería que pasaran muchos días sin que escribiera unas líneas sobre las IX Jornadas que tuvieron lugar la semana pasada, de miércoles a viernes. 

Creo recordar que las primeras Jornadas de Psicopedagogía organizadas en la Facultad se hicieron en el 2003. Yo al principio no me sentía muy vinculado con ellas. Solía pasarme siempre en algún momento, para ver alguna conferencia, alguna mesa redonda, pero poco más. 

Las Jornadas siempre eran organizadas por el área MIDE, concretamente por el profesor Ángel Lázaro, Gema Martín y Elías Rodríguez, apoyados siempre por estudiantes de esa promoción. Como decía, yo no me sentía mucho parte de ello, al ser de otra área, no me terminaba de apropiar de este tipo de iniciativas, ni tampoco me pedían mucha colaboración. 

Desde el 2008 creo que las jornadas se abrieron un poco más, y pasaron a ser organizadas por más profesores, más allá del área de MIDE. Más profesores empezamos a participar más activamente, moderando mesas, proponiendo ponentes, etc... lo que creo que incrementó la percepción de considerarlas un evento importante del curso en la facultad (aunque generalmente se tuvieran lugar en otras facultades y estuvieran abiertas a más alumnos). 

El caso es que este año, especial por cuanto que se extingue la licenciatura de Psicopedagogía, parecía que no iba a haber jornadas. Gracias al interés de algunos alumnos de 5º empezamos a pensar la posibilidad de organizar algo (especialmente gracias inicialmente a Isa Morilla, Elena Ortiz, Natalia Pato, Ana Belén Gutiérrez y Sara Simón). 

Un aspecto fundamental de este año fue partir del propio interés de los alumnos, de ahí que se decidió que el tema podría ser explorar las salidas profesionales de la carrera, ligadas al trabajo del psicopedagogo. 

Sólo quería expresar algunas impresiones generales de las jornadas. 

En la mesa redonda del miércoles 25 de mayo, tuvimos la suerte de contar con ex-alumnos de la carrera, dando ejemplos de diferentes opciones profesionales: desde la orientación educativa más clásica (María, Itziar), a orientaciones más ligadas a la intervención social (Ana Belén María), la investigación (Ana Belén García) y los recursos humanos (Luis y Juanjo). Por mi parte resultó muy interesante escucharles y aprender de sus experiencias, sobre todo de cómo animaban a probar, a explorar opciones, a continuar formándose, a afrontar los retos que salían, etc... Me gustó comprobar cómo con sus insuficiencias y huecos, la carrera les había aportado una base suficiente para seguir después por su cuenta. 

En la conferencia posterior, impartida por Luis García, pudimos reflexionar sobre una aproximación de la orientación basada en la Psicoterapia Operativa, en la que se intergraban varios niveles de intervención individual, grupal, familiar y comunitario. Rescato como temas interesantes la necesidad de recuperar una actitud clínica, entendida como acompañamiento, en relación al trabajo del orientador con los alumnos,  los profesores y los padres. La importancia de promover, movilizar cambios y al mismo tiempo generar espacios de contención, expresión y cuidado. Dejo aquí un enlace a la revista huellas por si alguien quiere seguir explorando por su cuenta, y aquí un artículo publicado por Luis García, que contiene muchos de los temas tratados: la psicopedagogía desde una perspectiva operativa

Al día siguiente, el jueves 26, reanudamos las jornadas con la ponencia de Ángela Prieto, también una ex-alumna, que compartió con nosotros cómo había desarrollado una carrera profesional como autónoma, desde la creación de  un gabinete junto a dos compañeras de carrera, Antígona, y su participación actual en otro gabinete con otros profesionales en Madrid. Creo que Ángela proporcionó muchas ideas acerca de qué se experimenta cuando se opta por la posibilidad de generar un proyecto profesional como autónomo: el miedo y el vacío iniciales, la inseguridad que dan paso a un sentido de seguridad y libertad, arraigados en la confianza en uno mismo. Igualmente mencionó el valor que aporta un psicopedagogo cuando trabaja con otros profesionales, como psicólogos, al aportar su visión de la educación (integrada con otras cuestiones más clínicas). 

Tras esta conferencia iniciamos el taller de formación de la identidad profesional, que organizamos y preparamos Gloria Nogueiras y yo. Ahora con unos días de distancia, creo que construimos entre todos, como plantearon Luis y Ángela, un espacio de vinculación y contención. Creo que se pudieron expresar muchas emociones relacionadas con el miedo, la inseguridad, la frustración y la rabia (vinculados con momentos paradójicos y absurdos vividos durante la carrera) pero también la ilusión y la esperanza. Principalmente trabajamos la idea de tratar de construir un sentido de dirección, más allá de los objetivos que se fueran cumpliendo (y diferenciar desde luego lo que es una dirección de un objetivo). También empezar a ser conscientes de cuál es nuestra identidad profesional, tanto la que se tenía como la que está aún formándose, en un proceso de llegar a ser o de devenir. Un tema fundamental, extraído de las sesiones previas, era la necesidad de inventarse las funciones del psicopedagogo, de explorar nuevas opciones, de crear nuevas posibilidades, y no seguir sin más las opciones más oficiales ligadas a las oposiciones. 

El viernes, tras superar la tremenda tromba de agua que cayó sobre Alcalá de Henares, Elena Ortiz e Isabel Morilla llevaron adelante un taller de conclusión y cierre, francamente interesante, sobre todo por el buen clima que crearon. Todos los participantes tuvieron la oportunidad de reflexionar y compartir con qué se quedaban tras su paso por el taller y por la carrera. Hubo de nuevo momentos impactantes muy ilustradores, muy buen ejemplo de la calidad que puede emerger cuando la gente participa activamente de un proceso del que se ha apropiado y siente como propio. Creo que muchos participantes integraron la queja para reconocer también lo que habían desarrollado y aprendido durante todo este tiempo, y fue bastante interesante por mi parte (y la de otros profesores presentes) ser testigo de todo ello. 

Tras esto, finalizamos con un breve aperitivo en la facultad, en la que se nos unieron alumnos pertenecientes a distintas promociones, amenizados por un cuarteto de clarinetes y percusión. Creo que la facultad necesita más música, más espacios para la expresión artística. Fue genial ver los pasillos de la facultad siendo utilizados por otros fines más festivos. Y fue también una oportunidad de reconocer y valorar los diez años de la licenciatura. Agradezco especialmente el discurso improvisado de Mª Mar del Pozo (a quien estuve sirviendo más vino de la cuenta, para que se lanzara) y el discurso de Ángel Lázaro tras recibir un regalo de parte de sus compañeros por iniciar las jornadas de psicopedagogía. 

A todos los que estuvieron presentes en las jornadas y las hicieron posibles, muchas gracias. A los profesores Leonor, Jose Juan, Isabel, Ana Belén, Héctor y Lola, y desde luego a los alumnos de 5º que acudieron, en una semana en la que podrían haber estado preparando carpetas y estudiando exámenes, pero prefirieron estar aquí. 

 

Por cierto, en este enlace podéis ver algunas fotos que fui sacando. 

Un saludo

 

Alejandro

Curso de Verano

Hola a todos

 

No quería demorarme en escribir acerca de un proyecto que me ilusiona mucho, de cara a este mes de julio. 

Del 11 al 18 de julio (sin incluir el fin de semana) trabajaremos  con John McWhirterla relación las transiciones presentes en los procesos de aprendizaje. 

En el año 2008 ya tuvimos la suerte de contar con John durante el curso de verano "Las Transiciones como desafío vital". Entonces John sólo impartió una sesión, el segundo día. Este año estará durante los primeros cinco días, en lo que para mi, supone una muy buena oportunidad de conocer de primera mano, en mi opinión, a uno de los psicólogos más creativos y sugerentes del panorama actual. Para mejorar la calidad del curso, contaremos además con el trabajo impecable de traducción llevado a cabo por Tim Ingarfield

 

El curso de 2008 continuó un proyecto de investigación, centrado en cómo facilitar transiciones en individuos y grupos, que este año vamos a seguir extendiendo. En sí  continúa el tema tratado hace tres años, sólo que profundizando la relación de las transiciones en el contexto de los procesos de enseñanza y aprendizaje. 

Este año, John ha estado impartiendo dos cursos sobre el Arte y la Ciencia de la Enseñanza y el Aprendizaje  Efectivos nivel I y II, con Tim Ingarfield. En este sentido considero que que puede complementar muy bien estos talleres, dado que va a profundizar en este fenómeno tan complejo e interesante que de los procesos de cambio ligados a los fenómenos de aprendizaje. 

En este post iré actualizando las novedades que se vayan produciendo a medida que se acerca el día del comienzo del curso. Espero  con esta  modalidad de curso, poder hacer más accesible el trabajo de una figura fundamental en el panorama internacional actual,  como es John McWhirter, creador del Developmental Behavioral Modelling (DBM). 

De momento aquí podéis encontrar el folleto con la información referente al curso. 

 

Si quieres formarte en curso que estoy seguro que no te va a dejar indiferente, aprovecha esta oportunidad. 

 

Un saludo

 

Alejandro

Los riesgos del excesivo compromiso

Los riesgos del excesivo compromiso

Hace más o menos una semana leí una breve noticia que me llamó la atención. Informaba acerca del suicidio de un profesor español que trabajaba en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. Hoy, leyendo un periódico, volví a encontrar un artículo más extenso sobre el mismo tema. 

Imagino que me atrajo que el protagonista desdichado de la noticia fuera no sólo español, sino que además fuera profesor universitario. Por supuesto me atrajo que se suicidara y que no quedaran claros los motivos del suicidio. Imagino que siempre necesitamos tener una razón (una varias) para explicar cuestiones difíciles de comprender, como un suicidio. El hecho de que acabara de ser despedido cuatro días antes, estimula con facilidad la generación de hipótesis pintorescas. 

No obstante, aparte de las razones mencionadas anteriormente (que fuera español además de profesor universitario en un prestigioso centro) otra característica me interesó más. El profesor, Antonio Calvo, era descrito en los artículos con un adjetivo: carismático. Imagino que el hecho de que alguien sea carismático dificulta aún más comprender las razones que lo podrían llevar al suicidio, sobre todo si entendemos esto del carisma como algo relacionado con el éxito, al menos en términos de influencia, valoración o aprecio social. Tal vez un factor desencadenante para suicidarse podría ser, justamente, la pérdida repentina de dicho carisma. Y un despido fulgurante, puede que fuera difícil de digerir para alguien que tuviera muy buen concepto de sí mismo, que por cierto, desconozco si era el caso. 

El artículo publicado hoy, de manera sutil, deja caer dos posibles explicaciones: malas maneras de relacionarse y expresarse con alumnos de doctorado, imagino que de acuerdo a las normas de comportamiento defendidas por la mencionada institución (y bastante discutibles), y también una orientación sexual que posiblemente no encajara bien en dicho contexto académico. De nuevo, interpretaciones para tratar de dar sentido a algo que seguro que es más complejo. 

Más allá de estas explicaciones a mí me hizo reflexionar sobre el fenómeno del síndrome de estar quemado (burnout) en el contexto universitario, entendido como una respuesta prolongada a estresores crónicos a nivel personal y relacional en el trabajo, determinado a partir delas dimensiones conocidas como agotamiento, depersonalización y cinismo e ineficacia profesional (Maslach, Schaufeli y Leiter, 2001). Una definición clásica de burnout es la que ofrece Maslach (1993, p. 20-21, citado en Salanova y Llorens, 2008, p. 59) quien lo define como “un síndrome psicológico de agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal que puede ocurrir en individuos normalesque trabajan con personas de alguna manera. El agotamiento emocional se refiere a los sentimientos de no poder dar más de sí a nivel emocional y a una disminución de los propios recursos emocionales. La despersonalización se refiere a una respuesta de distancia negativa, sentimientos y conductas cínicas respecto a otras personas, que son normalmente los usuarios del servicio o del cuidado. La reducida realización personal se refiere a la disminución en los propios sentimientos de competencia y logro en el trabajo”.

En la primera asignatura que impartí, allá por el 2001, "Desarrollo Psicológico del Profesor", dedicábamos bastante tiempo a estudiar la relación entre este síndrome y la profesión docente, así como maneras de intervenir desde la Psicología Evolutiva. 

En el caso del profesor Calvo identifico uno de los rasgos que generalmente suelen estar vinculados a esto de "quemarse": el carisma. Uno de los aspectos que siempre me ha llamado la atención de esto de quemarse, es el hecho de que son justamente los profesionales más comprometidos, implicados e ilusionados (y que más ilusionan) con un proyecto, los mejores candidatos para quemarse. El fuerte compromiso con el trabajo (que en algunos casos puede sustituirse por dependencia al trabajo) puede hacer que un empleado esté cautivo de su propio trabajo (Porter, 1996). 

Una tipología que se viene usando recientemente para diferenciar entre los que se queman, discrimina entre los frenéticos, los desmotivados (por falta de desafíos) y los gastados o rendidos (Farber, 1990). En el contexto español, dos profesores de la Universidad de Zaragoza, Jesús Montero-Marín y Javier García-Campayo, han publicado recientemente una interesante investigación para comprobar si esta tipología se podría aplicar en una muestra española. Tras realizar un análisis factorial exploratorio de un cuestionario que medía los tres rasgos descritos, concluyeron que sí se replicaba la tipología, señalando además una serie de rasgos identificadores.

Tal y como describen en su artículo (Montero y García, 2010) el tipo frenético se refiere a individuos muy comprometidos que se caracterizan por invertir una gran cantidad de tiempo y esfuerzo en su dedicación profesional. Otros rasgos de estos individuos frenéticos son la grandiosidad, en el sentido de ambición y necesidad de logro, y la sobrecarga, el sentimiento de estar abrumado debido a descuidar las propias necesidades personales (salud, familiares, etc...).

El tipo desmotivado se refiere a individuos que no se interesan por su trabajo, que realizan las tareas de manera superficial al no suponerles ningún desafío o deseo de estar más implicados. Los rasgos principales son el desinterés, el aburrimientoante un trabajo percibido como rutinario, la falta de un sentido de desarrollo y lainsatisfacción de que no se les reconozca ningún talento. Inquietantemente, los autores citan una investigación que concluía que  percibir como muy improbable la posibilidad de desarrollarse o realizarse en el trabajo, predice quemarse en unos tres años (Borritz, Bültmann , Ruqulies, Christensen, Villadsen y Kristensen, 2005)

El subtipo gastado/rendido, describe a aquellas personas cuyo nivel de implicación en su trabajo conduce a que ignoren cualquier responsabilidad vinculada a sus puestos, hasta el punto de que podrían rendirse ante cualquier dificultad, falta de reconocimiento o incluso la desesperación debida a su percepción de pérdida de control sobre los resultados de sus acciones en el trabajo.  

Los autores concluyen que este síndrome evoluciona de más a menos, empezando por el entusiasmo y terminando en la apatía: "el síndrome de estar quemado empieza a desarrollarse en un momento de excesiva implicación y compromiso, típico del perfil frenético. Dado que no es fácil mantener este nivel de actividad sin agotarse o verse afectado, los trabajadores empiezan a adoptar una cierta distancia para protegerse a sí mismos, comportándose con indiferencia y cinismo (...)  este distanciamiento produce el tipo de frustración y estrés sufrido por el perfil desmotivado. El distanciamiento además erosiona la percepción de eficacia llevando a la larga al desarrollo de estrategias de afrontamiento pasivas, tales como descuidar responsabilidades y expresando sus emociones, tal y como es típico en el pefil gastado" (Montero y García, 2010, p. 9).

 

Bueno, estoy seguro que el caso del profesor Calvo es mucho más complejo que una tipología como la que acabo de presentar. Aunque desde luego, de elegir cuál de las tres se adaptaría mejor al caso, me decantaría por la de frenético.

Ante esto no puedo dejar de pensar en la cantidad de personas que conozco, trabajando en la universidad, que podría colocar en esta categoría, empezando por mí mismo. Y da que pensar, ¿no?

Imagino que una de las claves estará en distanciarse sin generar esos sentimientos de indiferencia y cinismo. Se me ocurren muchas maneras de distanciarme, sin necesidad de generar despersonalizarme. Y justamente este año, durante la asignatura de HHSS, hemos trabajado unas cuantas a la hora de trabajar conflictos (interpersonales pero también intrapersonales). Por ejemplo tener en cuenta las posiciones perceptivas (y su más reciente remodelado) puede generar muchos más recursos y posibilidades. Desde luego saber descansar, priorizar actividades, rechazar propuestas, delegar, buscar apoyos, seleccionar con qué comprometerse y por qué, también ayudan, aunque no son fáciles de aplicar. 

Creo que esta noticia me ha llamado la atención porque me he visto reflejado este profesor, ¿si no por qué diablos estoy un domingo por la tarde escribiendo sobre esto? Aunque no lo parezca, es un tiempo que estoy aprovechando para elaborar esto y tomar cierta perspectiva sobre mi mismo, sólo que elijo también compartirlo. 

Creo que una limitación importante de muchos estudios sobre esto de quemarse en el trabajo (o donde sea) está en que lo estudian estáticamente. A mí me interesaría estudiarlo más desde una perspectiva longitudinal, ver cómo evoluciona en el tiempo, porque dudo que su desarrollo sea tan lineal como el planteado por los profesores Montero y García. Verlo en proceso podría captar más sutilezas que se pierden en la estructura definida por una tipología (por sugerente que sea). 

Si alguien quiere captar lo complejo que pueden ser estos temas, le animo que lea el artículo de Andrew Sparkes, "Embodiment, academics and the audit culture: a story seeking consideration" publicado en 2007". El protagonista del relato ficticio narrado en el artículo, no se suicida, afortunadamente, pero desde luego sí es presa de la desesperación de un sistema universitario que lo agota con sus excesivas y arbitrarias demandas. Es un artículo, trabajado desde una metodología cualitativa, que aún me sigue inquietando y fascinando cada vez que lo releo. Una cita usada por Sparkes (2007) que me gusta especialmente, que usé también en mi proyecto docente, es la siguiente (Pellias, 2004, pp. 10-11, en Sparkes, 2007, pp. 521-522) l:

“Ellos (los profesores universitarios) estaban enseñando a estudiantes más pendientes de las notas que de aprender. Trabajaban para administradores que parecían más interesados en obtener ganancias económicas que en la calidad educativa. Asistían a reuniones interminables que parecía que no importaban para nada, escribiendo informes sin sentido que parecían desaparecer en la burocracia, sin tener apenas efecto. La productividad era el lema fundamental, así que publicaban un artículo tras otro que nadie parecía leer, particularmente aquellos a los que iban dirigidos las investigaciones (…) Investigaban temas que les hacían promover y estabilizarse, pero que les alejaban de quienes ellos eran. Se sentían vacíos, desesperanzados y desilusionados. Se sentían vacíos espiritualmente y éticamente arruinados. Entonces algunos académicos empezaron a reconocer que el emperador y, por lo que cuenta, ellos mismos estaban desnudos. Empezaron a cuestionar por qué la vida universitaria tenía que ser así, por qué tenían que ser apartados de su trabajo, por qué sólo ciertos tipos de discursos contaban como conocimiento, por qué no se sentían más conectados con lo que estudiaban, por qué sus mentes eran separadas de sus cuerpos, por qué tenían que mantener sus emociones controladas, por qué no podían expresarse de corazón”.  

¿Qué de todo esto vivió el profesor Calvo? ¿qué de todo esto vivimos también los demás, profesores y alumnos? Algo que creo que es importante es que creo que prefiero estar a veces triste, cansado, desilusionado, que quemado (da igual que frenético, desmotivado o agotado, sobre todo si prevalece ese distanciamiento cínico ante la realidad). A fin y al cabo, las emociones son útiles para obtener información sobre cómo vivimos. Lo peor es cuando ni siquiera sentimos. Y eso que lo digo ahora, que me siento con muchas ganas por seguir con este tramo final del curso, largo y complicado.

Vuelvo a leer el título del artículo "nadie entiende la muerte de Calvo" y puede que ahí resida la clave: esa necesidad de entender. Creo que me hubiera gustado conversar con él, morirse no es una solución a nada. Al fin y al cabo, es una opción que ya va a llegar por sí sola, sin que tengamos necesariamente que facilitarla.

Bueno, desde aquí le envío un abrazo.

Un saludo

 

Alejandro 

 Referencias

Borritz M, Bultmann U, Ruqulies R, Christensen KB, Villadsen E, Kristensen TS: Psychosocial work characteristics as predictors for burnout: findings from 3-year follow up of the PUMA Study. J Occupat Environm Med 2005, 47:1015-25.

Farber BA (1991) Symptoms and Types: and Underchallenged Teachers. In Crisis in Education. Stress and Burnout in the American Teacher Edited by: Barry A Farber. San Francisco: Jossey-Bass Publishers; 1991:72-97.

Maslach, C. (1993). Burnout: A multidimensional perspective. En W. B. Schaufeli, C. Maslach, y T. Marek (Eds.), Professional burnout (pp. 19-32). Washington, DC: Taylor and Francis.

Maslach, C., Schaufeli, W. B. y Leiter, M. P. (2001). Burnout. Annual Review of Psychology 52, 397-422.

Montero-Marin and Garcia-Campayo, (2010) A newer and broader definition of burnout: Validation of the "Burnout Clinical Subtype Questionnaire (BCSQ-36)" BMC Public Health, 10:302

Porter G: Organizational impact of workaholism (1996) Suggestions for researching the negative outcomes of excessive work. J Occup Health Psychology, 1:70-84.

Salanova y Llorens (2008) Estado actual y retos futuros en el estudio del Burnout. Papeles del Psicólogo, 2008. Vol. 29(1): 59-67

Sparkes, A. (2007). Embodiment, academics, and the audit culture: a story seeking consideration. Qualitative Research, 7,   521–550.


Desempeñando competencias de exploración

Desempeñando competencias de exploración

Hola a todos

Ayer, diez de mayo finalizamos la asignatura de Habilidades de Counselling, impartida en la especialidad de Orientación del Master de Profesorado de Secundaria.

Fue una sesión tan buena que no quería perder la ocasión de escribir un poco sobre ella.

Coloqué dos sillas enfrentadas delante de los bancos, y planteé la consigna. Que salgan dos personas, uno hará de cliente y otro hará de counsellor. El resto observaremos, y estaremos atendiendo a los dos. Finalizados los 20 minutos dedicados a la exploración, disponíamos de 5-10 minutos para conversar sobre lo que habíamos observado, pero sin hablar con el counsellor y el cliente. Era una conversación que manteníamos entre nosotros, apuntando hipótesis, observaciones, lo que nos había gustado y lo que no, sugerencias sobre cómo seguir, metáforas, etc... Tras la conversación, el counsellor y el cliente disponían de 5 minutos más, para cerrar el trabajo de exploración.

Finalizado el turno, salían dos personas más. Así hasta que todos los que estaban en clase pudieron salir para llevar a cabo ambos roles.

La verdad es que todas las personas se implicaron mucho en los dos papeles, y pese a la limitación temporal, los trabajos resultaron bastante productivos. Fue una buena ocasión para aplicar e integrar muchas de las competencias de exploración y sintonía que habíamos estado practicando a lo largo del cuatrimestre.

La innovación de este año, frente al año pasado, fue justamente la creación del equipo reflexivo como recurso terapéutico. El equipo reflexivo fue ideado y popularizado por el terapeuta familiar (postmoderno) Tom Andersen. Los equipos de observadores, situados tras un espejo, son una de las características típicas de las intervenciones de la terapia familiar sistémica. La aportación de Andersen consistió en que el cliente o clientes, pudieran observar la discusión del equipo (incluyendo al terapeuta) mientras tenía lugar, y no sólo acceder a los productos de dicha discusión, resumidos por el terapeuta.

Fernández, London y Tarragona (2003) resumen bien la postura de Tom Andersen, en su contexto de trabajo influido por el construccionismo social de Harlene Anderson:

 

  • Los miembros del equipo pueden estar detrás de un espejo o bien en el mismo espacio que los clientes y la terapeuta.
  • Durante la entrevista, los miembros del equipo escuchan en absoluto silencio, sin hacer comentarios entre ellos. El equipo nunca interrumpe la entrevista para ofrecer consejos ni hacer preguntas.
  • Después de un rato de entrevista, el terapeuta puede solicitar la participación del equipo, o el equipo puede indicar que tiene ideas que quiere compartir.
  • Si el equipo está detrás del espejo, puede intercambiar puestos con la familia y la terapeuta para ofrecer sus reflexiones.
  • Al hablar, los miembros del equipo se miran entre ellos, no establecen contacto visual con los clientes
  • Los miembros del equipo ofrecen sus reflexiones de manera tentativa (no sé, tal vez, podría ser, se me ocurre que,…)
  • Los comentarios se basan exclusivamente en lo que se escuchó durante la entrevista
  • La participación del equipo generalmente toma de 5 a 10 minutos.
  • Tras escuchar al equipo, los clientes y el terapeuta comentan sobre lo que oyeron.

Andersen dice que a veces es más fácil definir al equipo reflexivo por lo que NO hace:

  • No comenta sobre cosas que pertrenecen a otros contextos (fuera de la entrevista)
  • No da connotaciones negativas
  • No interpreta
  • No juzga

 

Fue una manera muy útil y relevante de finalizar la asignatura y extender la intervención desde un punto de vista colaborativo (que a fin de cuentas había sido el enfoque teórico seguido en la asignatura).

La verdad es que tampoco está muy alejado de algunas de las principales distinciones de proceso que hemos estado trabajando en HHSS, pero sobre eso mejor escribir en otro post.

Ahora tengo curiosidad por leer las autoevaluaciones de los participantes en HH de Counselling y comprobar el posible impacto de todo lo trabajado, especialmente esta última sesión integradora.

De momento quería felicitar a Mónica, Marta, Sergio, Elena y Cristina, por el trabajo realizado.

Un saludo

Alejandro

 

 

 

Karate abductivo 2ª Parte

Karate abductivo 2ª Parte

El pasado 8 de abril tuvimos la oportunidad, una vez más, de dar una clase con el shihan Francisco Tapia, 6º Dan de Karate Full Technic. 

En sí, como ya había ido diciendo, la sesión no iba sobre Karate, o sobre Defensa Personal, sino sobre explorar cómo construimos o vamos desarrollando una habilidad. 

En este caso la habilidad estaba relacionada con una situación de defensa ante un ataque con un bastón corto (implica también la habilidad de atacar) y también ante un ataque de puño al estómago. 

En sí trabajamos tres combinaciones.

En la primera el atacante golpeaba con el bastón dirigiendo el golpe al cuello, en una trayectoria desde arriba hacia abajo (o esa era la idea). El que defendía, que se encontraba lejos del atacante (lo suficiente para que éste tuviera que dar al menos un paso para poder llegar a su oponente), tenía que anticipar el golpe bloqueando con su antebrazo izquierdo (frente al brazo derecho de su oponente) justo arriba de la mano del que atacaba (punto donde teniendo en cuenta la trayectoria del bastón, aún no había mucha fuerza). Una vez bloqueado se iniciaba una desviación del bastón, avanzando hacia delante y girando en semicírculo hacia la derecha, de manera que se terminaba desarmando al oponente. 

En la segunda, el atacante realizaba el mismo golpe. Esta vez, tras realizar el mismo bloqueo, con la mano derecha se desviaba el brazo y el bastón hacia la derecha para atrapar la muñeca y girar hacia la izquierda, volviendo a desarmar al oponente (de nuevo en un blocaje con una trayectoria circular).

En la tercera el trabajo se realizaba sin bastón, en un trabajo más propio del Karate ( y su idea de mano vacía). Ante un golpe de puño izquierdo lanzado al estómago, se bloqueaba con el antebrazo derecho (que se encontraba justo enfrente) realizando un blocaje con cierto movimiento circular, cuyo propósito era más que chocar con el brazo, salpicarlo hacia la izquierda (desde el punto de vista del defensor). Una vez bloqueado, con la mano izquierda buscábamos el cuello del atacante, mientras con el brazo derecho llevábamos el brazo izquierdo del atacante hacia la derecha (desviándolo o inmovilizándolo) de manera que no nos molestara dicho brazo cuando termináramos la combinación golpeando en el estómago del atacante inicial con nuestra rodilla izquierda. 

Creo que cuesta mucho más describir las combinaciones que hacerlas, pero espero al menos que quien no pudiera venir, se haga una idea de ellas. 

En sí, desde un punto de vista motor, la habilidad se podría reducir a mecanizar o coordinar los movimientos técnicos descritos. Evidentemente se necesita coordinarse con la otra persona, como si de un baile se tratara. De esa manera, se podía ver desde fuera movimientos más o menos fluidos, más o menos dinámicos, con diferentes ritmos. 

Combinar, coordinar los diferentes movimientos refleja muy bien la idea de que una cosa son las técnicas por separado, y otra el movimiento continuo que las va integrando en un sólo movimiento (algo que cualquier bailarín o practicante de cualquier otra área reconocerá fácilmente). 

Las habilidades complejas van mucho más allá de la suma de pequeños movimientos discretos por separado. 

No obstante, para alguien que es nuevo en una disciplina, realizar cada una de las técnicas, de los pasos, resulta una tarea muy compleja. Saber cómo realizar el primer blocaje, en sí es muy difícil.Y más difícil resulta cuando además lo tienes que integrar con toda una serie de movimientos posteriores. 

Se podría apreciar muy bien desde fuera, los diferentes niveles competenciales, y sobre todo cómo la gente iba progresivamente, mediante la repetición, por un lado memorizando la combinación (o combinaciones), y por otro lado (relacionado con lo anterior) cómo iban también automatizando los movimientos.

Como cualquier disciplina, automatizar movimientos o subhabilidades, facilita prestar la atención a otros componentes (a los que inicialmente resulta muy complejo poder atender).

Por ejemplo, un aspecto fundamental en todas las combinaciones estaba relacionado con cómo de entrada estaban colocados o predispuestos tanto el atacante como el que se defendía. ¿Estaban concentrados? ¿a qué atendían? ¿dónde mirar y por qué? ¿al cuerpo, a los ojos? ¿esperaban mucho? ¿se anticipaban demasiado? ¿cómo saber cuál era el momento justo? ¿estaban demasiado cerca de entrada, de manera que no hacía falta que el atacante avanzara? ¿estaban demasiado lejos, lo que dificultaba que el defendiente se acercara lo suficiente para defender? ¿cómo se vivía la anticipación? ¿cómo era la actitud del que atacaba? ¿atacaba de verdad o meramente simulaba atacar, parando el golpe, de manera que el blocaje no fuera realmente necesario? ¿por qué ocurría esto?

Igualmente había muchos otros matices que se podrían haber introducido: ¿qué ángulos buscar, cómo atrapar la muñeca? ¿qué trayectoria seguir? ¿cómo acompañar con la cadera la trayectoria seguida con los brazos? etc... etc...

Cada pregunta podría plantear una sesión de exploración más intensa del propio movimiento, de manera que uno fuera progresivamente disfrutando más del nivel técnico, disfrutando con su complejidad (oculta en la aparente sencillez), aplicando otro tipo de habilidades menos aparentes que las motrices. Igualmente se podía practicar el ir progresivamente siendo más consciente del movimiento, del compañero y de uno mismo. Uno va siendo, curiosamente, más consciente , al olvidarse de uno mismo y fluir con el ejercicio, interpretándolo de manera más completa a medida que se va haciendo. 

Desde nuestra perspectiva de la asignatura, además, resultaba interesante ver cómo Paco iba llevando la sesión, alternado explicaciones en grupo, esperando preguntas y respondiéndolas, buscando a las personas, acercándose a cada una de ellas con la mirada o literalmente colocándose muy cerca de ellas (otra manera de organizar el espacio, en este caso interpersonal, y los efectos que produce, otro ejemplo también, por qué no, de otro tipo de anticipaciones). 

Desde un punto de vista metodológico, aparentemente la sesión se configuraba en la siguiente estructura. 

Primero se practica individualmente en grupo la técnica que se iba a aplicar después (por ejemplo el blocaje alto con el brazo de delante, mientras se avanza). Posteriormente el formador mostraba (ejercía de modelo) la aplicación de la técnica ante un ataque. Lo repetía varias veces, mostrando los momentos fundamentales, más complejos, a un ritmo lento al principio, y subiendo progresivamente de intensidad, para que se viera el efecto final. A veces, haciéndolo rápido y seguido al principio, para que se viera de entrada, el efecto completo, para luego pasar a desgranarlo. 

Tras este ejemplo, donde cada uno observaba trataba de recordar casa paso fundamental, por parejas, se practicaban los movimientos, mientras se recibían correcciones o se iban contestando dudas.

Al final, tras un diálogo con el grupo para resolver dudas, se salía al centro a realizar la técnica con el compañero, mostrándoselas al resto (en una demostración de lo que se había podido aprender hasta ese momento). Algo desafiante , teniendo en cuenta el poco tiempo disponible, pero una buena ocasión de cambiar de contexto y ver cómo es el desempeño cuando sabes que te están observando, y tienes que gestionar más elementos (además de lo puramente motores). 

Esta metodología es bastante usual en la enseñanza de muchas disciplinas. Desde luego muchas artes marciales siguen estos pasos, pero también la enseñanza de muchos tipos de baile, música, y claro está, técnicas de habiliades sociales, técnicas de cambio (por ejemplo la enseñanza tradicional de la PNL). 

Una clase normal con el estilo Full Technic incluye enfatizar algo más, que añade algo bastante interesante. Una vez comprendido cuál es movimiento o la coreografía a realizar, se trata de interpretarlo, de profundizar en los matices, de apropiarse de la técnica, de seguir la pista (tracking como enfatiza muchas veces John McWhirter desde la DBM) a algunos elementos que se podrían ir repitiendo (en diferentes técnicas, combinaciones o coreografías): por ejemplo el uso de la respiración, la concentración, la gestión del dolor, del miedo, de la rabia, del cansancio, del equilibrio, de la velocidad, de la fluidez en vez de la tensión, del ritmo (o diferente velocidad aplicada a diferentes partes), etc...

De esa manera se trata de ir más allá de replicaciones memorísticas, para practicar una manera mucho más activa de realizar el ejercicio, y como decía antes, apropiarse progresivamente de él, mediante una investigación del mismo. Por ejemplo, había atacantes cuyo golpe, por su trayectoria más frontal que desde arriba hacia abajo, hacía innecesario el tipo de blocaje que se estaba proponiendo, pero que se podía repetir sin más, sin comprender que no tenía mucho sentido ante un ataque así, realizar ese tipo de defensa. 

Un extensión típica de esto, viene cuando en vez de seguir el ejercicio propuesto por el que conduce la clase, cada pareja puede crear su propia combinación, a partir de lo que sabe o ha aprendido. O aplicarla en otro contexto, como por ejemplo un combate donde desconoces cuál va a ser el ataque y cuál tu defensa, lo que implica de nuevo, desarrollar otro tipo de habilidades.

Más allá de experimentar sin más un ejercicio, una secuencia de movimientos, o replicarlo sin más, también se podría haber partido de qué se haría de manera natural ante cierto golpe, ataque o movimiento. Y estudiar el porqué de dichos movimientos naturales (o automatizados previamente, de ahí la idea de natural). Es algo parecido a cuando exploramos concepciones implícitas ante un tema determinado (que si no las cambias o eres consciente de ellas, van a seguir influyendo tu concepción y desempeño posterior).

Una vez estudiado esto, se podría investigar qué opciones podría haber disponible, qué trayectorias, por qué es mejor seguir unas y no otras, de qué manera realizar un blocaje, con qué parte del brazo o de la mano, etc... etc.. Para que surja un concepto, por ejemplo, como el de inmovilización, es necesaria mucha base experiencial, de la que emerge una comprensión mucho más precisa de cómo y cuándo llevarlo a cabo. Ese concepto, desde luego va mucho más allá de una definición más o menos abstracta que se pueda escribir o expresar verbalmente. Y algo que además, de manera compleja, se relaciona con otro tipo de conceptos con los que se relaciona (blocaje alto, proyección, desviación, etc...). 

Si se crea cierta base experiencial, se puede entonces comparar con la adición de ciertos componentes o distinciones nuevas, que se podrían entonces aplicar, usando la experiencia original como base con la que evaluar y medir lo que se añade con las nuevas distinciones (motoras, cognitivas, afectivas, etc...). Compartiendo las diferentes experiencias que surgen y siguiendo a partir de ellas para seguir investigando. 

De esta manera, el tipo de enseñanza y de aprendizaje desarrolla también otro tipo de habilidades, donde es más necesario actuar más autónomamente, y al mismo tiempo más conectado con las experiencias de los demás. Trabajar así implica dar mucha importancia a la información que se comparte con el formador, y la responsabilidad compartida derivada de qué uso hace el formador de esa información (haciendo uso, a su vez, de su propia experiencia y/o conocimiento). 

Bueno, disculpad si me estoy extendiendo demasiado, pero creo que la sesión dio mucho de sí, y desde luego, por mucha que escriba no lo voy a cubrir del todo. Además, ésta no deja de ser mi intepretación y lectura. Todos los participantes tuvieron ocasión de ir haciendo sus propias conexiones. 

En todo caso quería agradecer de nuevo a Paco que accediera a compartir su arte con nosotros. Y también a Isidro, que nos ayudó en las demostraciones así como en el desarrollo de la sesión. Por supuesto y de manera esencial, gracias a todos los que vinisteis, porque disteis sentido a esta iniciativa. 

Muchas gracias

 

Alejandro