¿Eres estudiante?
Desde el lunes 4 de Julio, ésta es la pregunta que más me han formulado desde que llegué a Liverpool. Me la han preguntado mis compañeros de piso (por llamar de alguna manera en lugar donde estoy viviendo, tres estudios que comparten una cocina), los agentes de las inmobiliarias con los que tuve que relacionarme en la búsqueda del preciado alojamiento, los dueños de los pisos que los ponían en alquiler, etc.. etc...
Al escucharla siempre respondía que no, aunque por dentro en parte sí me sentía estudiante, en el sentido de que al venir a hacer una estancia priorizo ante todo una actitud de estar aprendiendo (sobre el inglés, sobre la cultura, sobre la ciudad, sobre las costumbres de las personas, sobre la metodología con la que quiero trabajar, sobre los usos académicos británicos, sobre mí en un contexto diferente, etc...). Imagino que por estos pensamientos decía que no, pero mi comunicación no verbal diría algo más confuso. La conversación es algo así:
Compañero de piso: ¿Eres estudiante?
Yo: No. Aunque, bueno en parte sí, me siento estudiante. Pero en realidad soy profesor en una universidad española. He venido con una beca de investigación.
En una frase cuento una historia sobre mí, sobre como me veo, sobre mi origen y en parte la razón por la que estoy aquí. Podría haberme convertido en estudiante, en agente secreto, en exiliado político, en prófugo de la justicia, en escritor, en buscador de experiencias, en peregrino, en turista, en muchas cosas. Tengo que elegir una: soy profesor, además de universidad, y de una universidad pública, y no cualquiera, es la Universidad de Alcalá. Soy consciente de las implicaciones de cada una de mis puntualizaciones. En este caso la identidad se construye en la sucesión de mis afirmaciones en cómo eso hace que me relacione con mi o mis interlocutores. Además enfatizo un área de ser profesor que no es la educación, no he venido aquí a dar clases, he venido a investigar. Así que estoy como profesor investigador, no como profesor educador, o profesor organizador.
Ante esto recuerdo mi primera conversación con Andrew Sparkes, nada más ir a su despacho, en el campus de Marsh de la John Moores University.
Andrew: Aquí se dedican sobre todo a la educación, pero no investigan. Alguno me dice que son investigadores y yo les pregunto, vale, ¿qué has publicado recientemente? Y me dicen que nada en los últimos cinco años, que están en ello. A eso yo le llamo un trabajo con una larga incubación (sonrisa irónica).
Yo: Bueno, pero la educación, dar clase es también importante. Además también se puede investigar sobre la práctica e innovar a partir de ello.
Andrew: Eso te convierte sólo en un profesor que cuenta de segunda mano lo que hacen los demás, no lo que logras tú. Es importante, pero eso es ser profesor en un College, para mí eso no es ser un "professor" (catedrático) de universidad. Y además, innovadores hay muy pocos, la mayoría solemos replicar o contar lo que otros hacen o han hecho.
De nuevo diferencias identitarias y diferentes valoraciones del sistema sobre ello. Cuando lo cierto es que la figura del profesor universitario se ha ido complicando progresivamente. Dar clases, investigar, escribir y publicar, revisar artículos y trabajos ajenos, buscar proyectos de investigación y/o financiación, organizar áreas o departamento desempeñando puestos de gestión, coordinarte con otros profesores, divulgar tu actividad más allá de los medios especializados, pensar. Y ante cada uno de estos verbos, se plantean muchos matices, diferentes concepciones y maneras de hacer, diferentes prioridades, diferentes presiones, diferentes valoraciones, diferentes posicionamientos.
Esto me recuerda el famoso cuadrado diferencial de John. Y si no investigo, no leo, no aprendo, no gestiono, no reviso artículos, no busco financiación, pero sólo doy clase, ¿sigo siendo profesor universitario? Y si ni siquiera doy clase, ¿puedo seguir siendo profesor? ¿y si están todos pero falta uno que el sistema valora ante todo, por ejemplo no publico, o no consigo fondos, sigo siendo profesor? Puedo sentirme profesor sin ninguno de ellos, o podría tenerlos todos y no sentirme profesor. Imagino que ser profesor sólo tiene sentido desde mi relación con otros. Me doy cuenta de cómo encapsulo (una palabra muy usada en el libro de Kenneth Gergen que estoy leyendo, The relational being) la identidad, concibiéndola desde una perspectiva individual que me limita. Cuando cada verbo de los de antes implica diferentes contextos de actuación, diferentes significados, diferentes relaciones. Soy profesor de universidad si hay una institución que me identifica como tal, si otras personas se relacionan conmigo como estudiantes, como colegas, como sujetos o participantes de una investigación, como editores, como revisores, como administradores, como financiadores, como críticos, como examinados, como aprendices, como facilitados, como compañeros, como profesores / supervisores, lectores, oyentes, interlocutores. Desde cada relación mi calidoscópica y fluctuante identidad se va adaptando no en algo que tengo, no en algo que soy, sino en algo que hago y que voy haciendo progresivamente de manera diferente. Y aquí estoy sin muchas de esas relaciones, mantenidas muchas de ellas sólo gracias a los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Pero en general sin ellas, pero no por ello habiéndolas perdido y habiéndome perdido yo en su ausencia.
Nuevas relaciones o relaciones ausentes que me muestran aquí de otra manera, y al mismo tiempo igual. La típica paradoja de la identidad en acción.
Y la siguiente pregunta que me suelen formular entonces es: ¿Y qué investigas?
Eso me hace también pensar la respuesta (aunque la conteste rápido, porque ya tengo una respuesta semiaprendida de tirar por casa, que de nuevo me posiciona ante el mundo y ante mi mismo). Pero esa respuesta, se merece otro post.
Un saludo
Alejandro
(foto obtenida de: http://1.bp.blogspot.com/-AfGrX0HVzCY/TrEWN2N6y3I/AAAAAAAABdg/nwrGMAVCW9w/s1600/identidad+personal+y+colectiva.jpg