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El viaje de Telémaco

Definiendo la Identidad

Definiendo la Identidad

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Mi padre se matriculó este año en la Nau Gran. Es una Universidad para mayores de 65 años. Se matriculó en Psicología. El caso es que el otro día le vi leyendo unos apuntes que le habían dado. Tenían que ver con el tema de la Identidad, aunque conceptualizado desde la Psicología Social como Autoconcepto. Me preguntó cuál era la diferencia entre autoconcepto y autoestima. Eso era fácil. También me preguntó cuál era la diferencia entre autoconcepto e identidad, eso no es tan fácil.

 

Le contesté que me gustaba que me hiciera esa pregunta, sobre todo teniendo en cuenta que el estudio de la Identidad es mi especialidad de investigación, generalmente asociado a los cambios que ocurren a lo largo de las transiciones vitales. Si yo te pregunto ‘cómo eres’ o ‘¿quién eres?’ me responderás toda una serie de atributos y rasgos personales acerca de ti, atributos que en general corresponderán a aspecto físico, rasgos de personalidad, juicios acerca de rendimiento en diferentes ámbitos tales como el académico, profesional, familiar, conyugal, etc… Todo eso es lo que generalmente entendemos por autoconcepto. El autoconcepto está formado por este tipo de autorrepresentaciones, características autoatribuidas que son reconocidas conscientemente por el sujeto y que valora afectivamente (de ahí surgiría ese componente evaluativo que es la autoestima).

 

Comparar las tres descripciones siguientes (Zacarés 2000, p. 1 y p.4):

 

“Yo soy un niña normal, ni muy guapa ni muy fea, tampoco soy muy alta. Soy rubia y con ojos marrones. No me enfado muy a menudo, soy bastante simpática, me lo paso muy bien con mis amigos y amigas. De inteligencia y estudios voy bien, saco buenas notas. Soy delgada, bastante delgada. También me gusta mucho hablar. Soy una buena chica, no soy ni lista ni burra.” (Niña de 10 años).

“Soy una persona muy inestable; a veces, bueno, la mayor parte del tiempo, me siento feliz. Y de vez en cuando me cambia el humor, sin ningún motivo en concreto. Me gusta ser diferente de todos los demás y me gusta pensar que soy bastante moderna. Hasta los 11 años iba bastante a la parroquia, pero desde entonces he estado pensando en la religión y a veces no creo en Dios. Cuando estoy nerviosa hablo mucho, y esto les causa mala impresión a las personas que acabo de conocer, cuando lo que yo quiero es quedar bien.” (Chica de 14 años).

 “¿Qué si me he preguntado quién soy yo? Sí, creo que muchas veces. No sé si cuando sea mayor seré capaz de expresarme a mí misma, si tendré más confianza en mí misma, pero sigo sin saber qué es lo que haré en el futuro, es como bailar en la cuerda floja, nunca se está seguro de lo que va a suceder. No sé: a veces me siento como si fuese la persona más importante del mundo y otras parece que soy otra persona. Es muy difícil conseguir un equilibrio “ (Elena, 16 años).

 

Podríamos analizar, como hacía Kegan en el primer capítulo que os dejé, estas narrativas a partir de su modelo teórico. Lo que me interesa es que notéis las diferencias entre los ejemplos, incluso si notáis alguna evolución. Puede que no notéis exactamente cuál es la diferencia o las diferencias, pero sí que son narrativas diferentes. La primera es un buen ejemplo de típica respuesta basada en realizar un recuento de atributos. Claramente refleja lo que Kegan denomina estadio de categorías durables. En la segunda y tercera llama la atención un aspecto que creo que es interesante. No son tan coherentes, reconocen diferentes en la manera de ser según el contexto o el momento, sobre todo en la tercera. La segunda está en transición entre las dos. La tercera incluye un aspecto de dirección o proyecto hacia el futuro.

 

La tercera narrativa tiene mucho más que ver con lo que se entiende por Identidad: ¿quién eres más allá de atributos, rasgos o juicios personales? No es tanto el aspecto descriptivo de cómo eres sino un aspecto más existencial de quién eres ahora, en el pasado, en el  futuro, aquí, allí, etc…

 

Una definición clásica es esta que planteó Erik Erikson:

“ He denominado sentimiento de identidad interior a la integridad / totalidad que ha de lograrse en este estadio (adolescencia). A fin de experimentar la integridad, el joven debe sentir una continuidad progresiva entre aquello que ha llegado a ser durante los largos años de la infancia y lo que promete ser en el futuro; entre lo que él piensa que es y lo que percibe que los demás ven en él y esperan de él. Individualmente hablando, la identidad incluye (pero es más que) la suma de todas las identificaciones sucesivas de aquellos años tempranos en los que el niño quería ser –y era con frecuencia obligado a ser- como la gente de la que dependía. La identidad es un producto único que en este momento enfrenta  una crisis que ha de resolverse sólo en nuevas identificaciones con compañeros de la misma edad y con figuras líderes fuera de la familia (Erikson, 1971, p.71).

Aunque el concepto de Identidad es un elemento clave en la obra de Erikson, los que más han contribuido a su estudio y desarrollo han sido discípulos suyos tales como James Marcia (que desarrolló la teoría de los Estatus de Identidad) y Dan McAdams (que lo relaciona con aspectos narrativos y sobre todo ligados a otra crisis estudiada también por Erikson, la Generatividad). Hay muchos más pero estos dos son especialmente interesantes.

He leído muchos trabajos sobre este tema. Voy a dejar un capítulo de Juanjo Zacarés, un profesor de Valencia, pionero en España en el estudio de la Identidad, que explica y desarrolla muy bien todo este tema. Igualmente dejaré un artículo centrado reflexionar acerca de cómo intervenir sobre el desarrollo de la Identidad. Leyendo eso podréis extender y ampliar este fascinante tema.

No obstante ahora quería traducir lo que escribe McAdams en un capítulo titulado “Narrative Identity and narrative Therapy” publicado en el 2004. Creo que es una de las definiciones más claras y concisas, por eso lo quería traducir. Es todo lo que sigue (McAdams, 2004, pp.160-162)

<<El punto de partida para el modelo narrativo de McAdams (1985) es el concepto evolutivo de ‘identidad del ego’ formulado por Erikson (1963). Erikson mantenía que en la adolescencia tardía y la juventud adulta (el quinto de sus ocho estadios) se confronta por primera vez el problema de la identidad frente la confusión de identidad. En este momento del curso vital, se exploran opciones laborales e ideológicas disponibles en la sociedad y al mismo tiempo se explora un amplio rango de roles sociales, con el propósito de ir consolidando  toda una serie de creencias y valores en una ideología personal, realizando compromisos personales provisionales con planes y proyectos vitales que prometan situarlos en nichos sociales significativos (Marcia, 1980). (…)

La Identidad es una configuración integrada del sí mismo-en-el-mundo-adulto. Esta configuración se integra de dos maneras. Primero, desde un sentido sincrónico, la Identidad integra el rango amplio de roles y relaciones diferentes y probablemente conflictivas que caracterizan una vida determinada. “Cuando estoy con mi padre, me siento huraño y deprimido; pero cuando hablo con mis amigos siento una oleada de optimismo y amor por la humanidad”. La Identidad necesita integrar estos dos aspectos de manera que aunque parezcan muy diferentes, puedan ser percibidos como partes integrales de una misma configuración del sí mismo. Segundo, la Identidad tiene que integrar diacrónicamente, es decir a lo largo del tiempo. “Me solía gustar jugar al béisbol, pero ahora quiero ser un psicólogo social”. O “solía ser católico pero ahora me considero más bien agnóstico”.  La Identidad necesita integrar este tipo de contrastes de manera que aunque estos elementos del sí mismo  estén separados en el tiempo (y sean cualitativamente diferentes en contenido) pueden unirse de manera significativa en un todo temporalmente organizado. Dicho crudamente, la Identidad se vuelve un problema cuando los adolescentes o los jóvenes adultos se dan cuenta por primera vez que son, han sido o podrían ser muchas (y conflictivas) cosas diferentes, y experimentan un deseo muy fuerte, alentado por la sociedad, de ser sólo de una manera (grande, integrada, dinámica). Naturalmente la unidad y el propósito en la vida perfectos son un ideal y puede que incluso no sean deseables de ninguna manera (Gergen, 1992; McAdams, 1997). Pero el concepto de Identidad de Erikson subraya una tendencia integradora del sí mismo que se vuelve especialmente importante por primera vez en este momento de la vida (de adolescencia tardía hasta mediados de los 20) que Arnett (2000) ha etiquetado recientemente como adultez emergente. Antes de este período evolutivo, no hay identidad.

Esto no quiere decir que no hay sí mismo (self). Ni quiere decir que la gente no sepa “quiénes son” antes de la adolescencia tardía. Pregunta a cualquier niño de 10 o 3 años. Pueden decirte quiénes son. Te dirán su nombre. Te pueden listar rasgos, roles, relaciones, cuál es su comida favorita, cosas que no les gustan, etc… Sería absurdo sugerir que los niños no tienen un sentido de sí mismos. Pero según Erikson, los niños no tienen una identidad porque la integración de su sí mismo no supone todavía un problema psicosocial para ellos. El término eriksoniano de Identidad es por lo tanto, más técnico y delimitado que el uso común que se le suele dar en Psicología, Sociología y en el habla cotidiana.  Desde esta perspectiva, la Identidad no es un sinónimo del “sí mismo” ni del “autoconcepto” ni siquiera de “quién soy”; más bien se refiere a una cualidad o condimento particular de la propia comprensión que tiene la gente de sí misma, una manera en la que el sí mismo puede ser configurado u organizado. Hasta el extremo que la autocomprensión de una persona está integrado sincrónica y diacrónicamente de manera que se sitúa en un nicho psicosocial que le proporciona cierto grado de unidad y propósito a su vida, esa persona “tiene” identidad. La Identidad por lo tanto no es algo que la gente empiece a plantearse los años de la adultez emergente. En este momento, la gente empieza a organizar sus vidas en historias autodefinitorias. Una historia internalizada de sí mismos que integra al sí mismo sincrónica y diacrónicamente, explicando por qué soy un huraño con mi padre y eufórico con mis amigos y cómo sucedió (paso a paso) que dejé de ser un católico  al que le gustaba el béisbol para convertirme en un psicólogo social agnóstico.

¿Por qué espera tanto la Identidad? ¿Por qué no se elaboran historias vitales que proporcionen unidad y sentido hasta los años de la adultez emergente? Mostrando su influencia freudiana, Erikson sugirió que el momento temporal estaba vinculado al sexo. Erikson mantenía que la erupción de la sexualidad genital en la adolescencia ayuda a emprender el proyecto de identidad, porque señala la adquisición de un estatus de adulto hecho y derecho, en el amor y el trabajo. Más allá, la pubertad y sus  cambios cualitativos en la apariencia y sensaciones corporales, pueden producir la toma de conciencia de que ya no soy más un niño, y con esa comprensión viene una nueva interpretación de la propia historia personal: “No sé cómo soy ahora, pero ya no soy más como era” (McAdams, 1985). La infancia se vuelve el pasado recordado y la adultez el futuro anticipado.

Erikson (1959) afirmó que igual de importantes eran las relaciones sociales cambiantes así como las expectativas sociales: “es de gran relevancia para la formación de la identidad del joven que se le responda y se le dé función y estatus como una persona cuyo crecimiento y transformación gradual tenga sentido para aquellos que empiecen a ser importantes para él” (p.111). Los padres, los profesores del instituto, los hermanos, los amigos, los orientadores, el mundo de los negocios, los medios de comunicación, y muchos otros aspectos del la sociedad moderna explícita e implícitamente espolean a los adolescentes y jóvenes adultos a “tener una vida” (Habermas & Bluck, 2000). Es momento de tomar decisiones acerca del futuro, acerca de la escuela, el trabajo y (para algunos) el matrimonio y la familia. En general las sociedades occidentales “esperan” que los adolescentes y los jóvenes adultos empiecen a examinar las ofertas laborales, interpersonales e ideológicas de la sociedad y, eventualmente que se comprometa, aunque sea temporalmente, a estos nichos personalizados en el mundo adulto.  Esto es lo mismo que decir que tanto la sociedad como el adulto emergente están preparados para las experimentaciones de identidad del individuo una vez se ha vuelto un adulto emergente. (…)

Avances en el desarrollo cognitivo pueden resultar instrumentales para la emergencia de la Identidad en este momento del curso vital. A partir de Breger (1974) y Elkind (1981), McAdams (1985) argumentó que el pensamiento de las operaciones formales ayuda a proveer los recursos cognitivos necesarios para la exploración de identidad. Con la consecución de las operaciones formales, los jóvenes pueden realizar un pensamiento hipotético-deductivo y contemplar de manera sistemática un infinito rango de ideales y escenarios hipotéticos que podrían aplicar a sus vidas. La Identidad se vuelve una abstracción especialmente atractiva para el pensador abstracto. >>

 

Era un trozo largo, pero creo que bastante aclarador. Resultaría más aclarador si lo conectarámos con el modelo de Kegan. Creo que os daréis cuenta que el concepto de identidad que se maneja exige al menos un cuarto orden de conciencia, una estructura capaz de integrar componentes menos complejos que la constituyen. Es justamente eso lo que lo diferencia del tercer orden, dónde no existe todavía esa estructura compleja capaz de organizar los diferentes componentes a los que uno está sujeto.

Espero que esto resulte útil a la hora de entender el caso que veremos.

Un saludo

Alejandro

12 comentarios

Laura -

Hola A
Me he acordado de cuando utilicé esta metáfora del cubo de Rubik en el curso de verano sobre el desarrollo de la identidad en tiempos postmodernos y que publiqué en mi blog, no sé si te acordarás..., y con lo de tu curso de emociones e identidad de ahora, y volviendo a leer tu artículo y lo que dices sobre que el autoconcepto está formado por características autoatribuidas reconocidas conscientemente por el sujeto..., me planteo si la identidad está formada por todas esas caras del cubo o por ese conjunto dinámico de autoconceptos conscientes, y si no estaría también formada por las caras ocultas que están dentro del cubo. Es decir, ¿la identidad también incluye esas características no concientes?, y si así fuera, ¿el movimiento de todos los autoconceptos conscientes podría crear un puente para que esas caras ocultas emergieran de alguna forma?

Gloria -

Madre mía, después de lo leído, veo que la “experiencia de flujo”, aunque yo me acercaba a su significado... es mucho más, supone mucho más. Hace que el individuo se sienta completamente inmerso en algo, llegando a perder, como mencionas, incluso la conciencia de sí mismo, formando parte de un conjunto que le sobrepasa.

Recapitulando, una experiencia de flujo exige un equilibrio entre los desafíos que una actividad plantea y las habilidades personales para alcanzarlos, además de un feedback inmediato y altos niveles de concentración.

Parece que es de las experiencias de flujo satisfactoriamente llevadas de donde nace una motivación intrínseca (que parte del yo, y no del exterior) lo que es un gran reto para muchos docentes y padres; y ahí... yo me pregunto... ¿hasta qué punto puede ser encauzada por agentes externos? o, por el contrario... ¿debe nacer, partir, irremediablemente, del propio individuo?

Alejandro -

El estado de flujo se refiere a un estado experiencial muy específico, independiente del contexto en el que tiene lugar , que emerge del equilibrio percibido entre los desafíos exigidos por la actividad que se está desempeñando y las habilidades que la persona aporta a dicha actividad. Cuando la habilidad de una persona es la adecuada para manejar las demandas de la situación, la calidad de la experiencia mejora notablemente, independientemente de que se desee ejecutar la actividad o se espere disfrutar con ella. No obstante, para que esto ocurra, la actividad debe cumplir con ciertas condiciones: disponer de unas metas relativamente claras y proporcionar un feedback ajustado e inmediato.

Además de un equilibrio entre los desafíos y las habilidades, unas metas claras y un feedback o evaluación inmediata de lo que se está haciendo, la experiencia de flujo posee otras características: la más universal es una intensa concentración en la acción. La persona en la situación de flujo está totalmente concentrada en la tarea que lleva entre manos. Uno carece de atención extra para pensar en cualquier otra cosa. Una consecuencia de esto último es que las preocupaciones e inquietudes usuales de la vida cotidiana, desaparecen. Bajo estas condiciones se produce la sensación de que los resultados de la actividad son controlables por la persona. Otra característica es un sentido distorsionado del tiempo: “las horas parecen transcurrir como minutos y algunas veces unos pocos segundos se convierten en lo que puede ser el infinito” (Csikszentmihalyi & Csikszentmihalyi, 1998, p.46). Otra consecuencia de la intensa concentración consiste en perder temporalmente la conciencia de la propia personalidad, de las vulnerabilidades y preocupaciones del Yo. Tal y como plantea Csikszentmihalyi (1998, p.46): “en el flujo el self está en pleno funcionamiento, pero sin ser consciente de ser el ejecutor (..) puede destinar toda la atención a la tarea que está ejecutando”. Incluso se puede llegar a un estado de trascendencia del propio yo, al sentirse parte de algo más grande (bien sea un grupo, un paisaje, etc...). Cuando todos estos elementos están presentes, la conciencia está en armonía y el yo, que como ya hemos dicho no está presente durante la experiencia, emerge fortalecido. El resultado final es que la actividad se vuelve autotélica: reforzante en sí misma, o lo que es lo mismo, motivada intrínsecamente.

Alejandro -

No le falta razón a ese planteamiento. Por eso creo que es fundamental en el contexto educativo generar situaciones desafiantes (eso sí en un contexto que posibilite la exploración segura). Desafío y seguridad son dos elementos fundamentales en el desarrollo. Y por desgracia falta mucho de desafío y muchas veces de suficiente confianza para explorar con seguridad.

En la tesis trabajé algo sobre las experiencias de flujo. Te pego lo que escribí al respecto en el capítulo 3. Eso sí, está referido al tema de los ritos de paso, pero lo puedes aplicar a lo que quieras:





.>>

Gloria -

Alejandro, muchas gracias por tu feedback.

Sí, sí, ahí estoy... explorando... lo “malo” es que no se si algún día superaré esta etapa... jeje. Pero bueno... hay que aceptar las cosas como vienen y “gestionar las frustraciones”.

No te preocupes, la verdad es que se que podríamos ver mil cosas más en esta asignatura, pero también se que hemos visto muchísimas más de las que, en otras circunstancias, habríamos visto. Así que yo, personalmente, me doy por satisfecha; ahora toca indagar, personalmente, sobre lo que más interesa...

Solo una cosa más: lo de las “experiencias de flujo” que mencionabas, también hablé ayer de ello con mi familia, jajaja, estoy algo “tocada”.
En un texto de “Diseño” se mencionaba y se explicaba que las experiencias de flujo son aquellas que mantienen al individuo “interesado” por algo, actividades que plantean un reto o desafío que provoca nuestro “compromiso” (es algo así, ¿no?).
En ese caso, se mencionaba este concepto para ofrecer una explicación de lo que podía ocurrir a esos adolescentes “desmotivados” de los institutos que, como no encontraban nada “significativo” en el aula, nada que les anclara, y dado que a esa edad era muy importante la búsqueda de desafíos, las experiencias de flujo podían desviarse hacia actos como el vandalismo, la violencia... que, de algún modo, suponían una meta “arriesgada” y “atractiva” que alcanzar.

Saludos!

Alejandro -

Hola

Me parece que ya te lo estás tú diciendo todo. Cuando se ha operativizado el estudio de la identidad se han utilizado tres variables principalmente, la tercera es un añadido más tardío.

La primera es la exploración, buscar opciones, probar.
La segunda es el compromiso, o el proceso de comprometerse una vez tenemos opciones exploradas. (Otra opción es comprometerse con algo o alguien sin haber explorado)

La tercera, propuesta por Alan Waterman es la expresividad personal. No valen todos los compromisos. Son especialmente significativos aquellos que nos llenen, que nos motivan intrínsecamente, que nos apasionan, que dan color y sentido a lo que hacemos, en los que experimentamos experiencias de 'flujo' (otro tema interesante que no tendremos tiempo de tratar).

Así que a tu edad lo normal es justamente eso explorar.

El problema es que explorar implica incertidumbre. Si ya sabes dónde estás no exploras, como mucho compruebas o verificas, pero no te adentras en terreno desconocido.

Es lo que le pasa a muchos estudiantes universitarios con fobia a la exploración (incómoda), que por otro lado, creo que es algo inherente al propio proceso de aprendizaje. ¿Cómo vas a aprender si no exploras libremente? Y aquí lo de libremente es fundamental. Si no hay un espacio de decisión libre, de creación de criterios, ¿qué tipo de exploración es ésa? Este tema puede que dé más de sí más adelante.

Hace dos años di un seminario a profesores de universidad sobre Gestión de Compromisos. Es otro tema que para mi es fundamental. Ahí suelen intervenir otro tipo de procesos a considerar: la diferenciación y la integración (horizontal y vertical). Generalmente son procesos inconscientes. Como no tendremos tiempo de hacer nada de esto (en parte por mi inutilidad con las nuevas tecnologías que impidieron que pudiera comprimir y subir la película que quería dejar en la plataforma)os dejaré un texto como ejemplo.

A estas alturas de curso tengo que manejar o gestionar mi propia frustración a aceptar que hay muchas cosas que no vamos a trabajar. En fin, da igual, no podemos darlo todo en un cuatrimestre. Ya hemos dado incluso demasiadas cosas. Por eso cada vez trato de enfatizar más los procesos y las competencias y menos los contenidos, aunque todo es importante. Así que comparto esa sensación de lo poco que queda. No sé cuántos compartiremos esto. Puede que para algunos sea más bien qué bien que esto ya se termina, ja...

Dentro de poco empezaré también mi transición de volver al primer piso (a 5º) y cambiar de chip para dar las otras asignaturas, con otra gente. Ya escribiré sobre esto. Hay muchos procesos de vinculación y desvinculación aquí, son procesos fundamentales en toda transición. Mis alumnos del curso de transiciones de este verano lo deberían saber bien. Por cierto que os contaré el propósito del cuestionario infernal, ése con el que os martiricé hasta en tres ocasiones a algunos... elegidos.. je je..

Un saludo y gracias por escribir todo esto

Alejandro

Gloria -

Genial lo que escribió Silvia, la verdad.

Creo que adelanta cosas que... en año y medio nos podrán pasar al resto! (nooooooo, empiezo a sentir la llega de la angustia...).

El final de nuestra etapa de estudiantes y la transición al mundo del trabajo, como comentaba antes, creo que es algo que daría mucho que hablar. Efectivamente, supone un cambio de rol, ya seremos... "otra cosa".

¿...Será por eso que no paro de plantearme la de cosas que quiero estudiar después de esto...?

Gloria -

Ahh, ok, ok, creo que lo he entendido mejor ahora! (en el texto se mencionaba ya algo pero no lo llegué a captar).
Digamos que un adulto que se encuentra en el Tercer Orden de Conciencia... no contaría con aspectos propios del Cuarto Orden como serían la ideología o criterios propios libremente elegidos que mencionas, pero... supliría esta carencia adoptando unas estructuras externas predefinidas (familia, instituciones políticas y religiosas...). Es decir, que al ser incapaz de crear por sí mismo, utilizaría unas ya creadas, de ahí que esto suponga... en mi opinión, ser poco crítico y “dejarte llevar”... pero bueno, todo es respetable, y creo que mucha gente lo hace (me viene a la mente la metáfora del texto: ¿coche automático o coche de cambio de marchas?).

En el ejemplo que ponías de una persona que adopta la ideología de una organización sin más pero que puede enfrentarse en ocasiones al problema de que estos principios “choquen” con otros presentes en otros ámbitos (familia, trabajo...) reconozco la misma situación que le ocurría a Alice (la madre separada) con su hija cuando esta le preguntaba por sus relaciones sexuales... ¿no? A esta mujer se le presentaba un gran problema: ¿qué debía hacer? ¿romper su propósito de “no mentir nunca”? ¿decir la verdad aunque pudiera ser “perjudicial” para su hija? Parecía no ser capaz de coordinar estas dos esferas.

Jajaja, muy divertida la anécdota de un padre de admirar como el tuyo, que ya está en ese séptimo orden... Creo que ocurre muy a menudo que acabemos tomando como personal cualquier afrenta a algo que... para nosotros, ha significado tanto que ha llegado a ser “nuestro” (parece ser que ocurre lo mismo con los profesores y los departamentos a los que pertenecen... ;) ).

Sí, yo también que veo que la sociedad actual, tendente a un gran individualismo... influye en estos temas, en el curso de las transiciones vitales, en el alcance de un determinado orden de conciencia.

Calla, calla, dejemos por ahora al amenazante quinto orden de conciencia, que bastante reto presenta el cuarto.

La verdad es que este tema de la identidad... deberíamos profundizar más, sí. A muchos de nosotros nos vendría genial, no sólo por la edad en que nos encontramos, sino también por las cosas a las que puede que nos enfrentemos (la transición estudio-trabajo que mencionabas). Lástima que quede tan poco...

Un saludo!

Alejandro -

Lo que escribió Silvia (que no se pegó en el anterior comentario):

domingo 19 de octubre de 2008
Necesito volver a escribir
Diooooooooooooosssssssss!!! Una expresión como otra cualquiera. Tengo tantas cosas dentro de mi que no se como expresarlas y sobre todo ahora que mi dialéctica se ha visto mermada en todo este tiempo, sin escribir, sin leer, de desconexión total.



Me da una pena terrible no empezar este año otra vez las clases, fundamentalmente por nuestro pequeño grupo de "psicopedagogas" que tan buenos ratos hemos pasado dentro y fuera de las clases. Cada vez que se adentra más el curso escolar, más me doy cuenta que ya ha pasado una etapa de mi vida, que mi vida universitaria ya no está y eso me genera ansiedad, miedo, incertidumbre...



Comienza una nueva etapa en la que los folios, bolis de colores y subrayadores, lecturas tediosas, trabajos optativos y obligatorios quedan relegados a mi pasado, al recuerdo, tomando un significado bien distinto.
Una etapa de maduración, de crecimiento, de cambios, se acabó la vida universitaria y el refugio en el estudio para pasar al mundo real, con relaciones entre adultos que esperan una respuesta como tal.

Después de 2o años en una institución de enseñanza reglada, ¡se acabó! Ahora voy tomando conciencia después de todo un verano "licenciada". Es curioso como puedes darte de las cosas depués de bastante tiempo después, me recuerda a cuando mi madre me decía que le sorprendía cuando la primera vez le llamé mamá y no se sentía identificada con ese rol, ahora mi rol ha cambiado, soy una trabajadora y para colmo educadora, que bien podrían educarme a mí en muchas cosas...

En fin, el valor ante los cambios es siempre el mejor compañero de viaje y he decido que le voy a dejar que me acompañe.

Me alegro de haber podido compartir estos dos años, os quiero y siempre os recordaré.

Alejandro -

Hola de nuevo

Tras observar las reacciones de un grupo de alumnos/as de 5º del año pasado al terminar la carrera, fui consciente que era importante dedicar más tiempo a este tema de la identidad.

La verdad es que estaba muy sensibilizado porque justamente ese era el tema de mi investigación más reciente: cómo facilitar la transición de convertirse en un profesional (del mundo de los estudios al mundo laboral). Convertirse en profesional (Becoming professional) supone un interesante cambio de identidad.

En octubre, una ex-alumna que siempre ha aportado cosas interesantes, muchas veces sin saberlo, escribió lo siguiente en su blog (por cierto desde entonces no ha vuelto a escribir nada)



Qué bien expresada la transición. Ella lo define como un cambio de rol. Para mi implica algo mucho más complejo. Es interesante los matices de incertidumbre y miedo que expresa. Cuando lo leí me pareció de lo más interesante y pertinente. Quien sepa algo de ritos de paso identificará rápidamente elementos típicos de toda fase liminal (transicional).

En las transiciones la identidad es más visible, porque está cambiando, está moviéndose, queda al descubierto, el nuevo contexto o el contraste o diferencia entre contextos la ilumina, las posibilidades se abren, los compromisos se cuestionan... Gestionar la incertidumbre sin duda supone una competencia importante en ese momento.

No ha sido la única ni la mejor referencia a cambios de identidad, a este tipo de narrativas de transición, de cuestionamiento personal. Estoy pensando por ejemplo en Lara, en Mary, en María también, no son las únicas. La verdad es que agradezco mucho que hayan compartido este tipo de narrativas. Creo que las mueven a ellas y a nosotros sus lectores al leerlas.
Pero esta de Silvia está muy bien sintetizada, por eso la destaco.

Si las comparáis con las tres que utilicé al principio imagino que notaréis las diferencias.

Un saludo

Alejandro

Alejandro -

Hola Gloria

Feliz año. Ya veo que has estado bien ocupada desde enero, ya te iré comentando.

Gracias por tu estimulante comentario.

Interesante pregunta. Un adulto que no haya llegado a un cuarto orden de conciencia está sujeto a las relaciones o incluso las instituciones de las que forma parte. Dichas instituciones (por ejemplo un partido político, una iglesia, una familia, una comunidad, quien sabe si cierta ideología,etc...)actuaría como su estructura (externa) de cuarto orden. Él actuaría desde el tercer orden, sujeto a las relaciones de las que forma parte, gestionando sus necesidades y sentimientos en conflicto con las necesidades y sentimientos de otros. Lo que no habría sería una ideología propia, unos criterios o principios personales, unos compromisos consciente y libremente elegidos o revisados, un deseo de explorar explícito, etc... etc...

Pongamos que una persona pertenece a una organización que le provee de los principios, la ideología, los comopromisos a los que poder ser LEAL, desde ahí ya no es necesario que construya o explore o cuestione sus propios compromisos, principios, ideología, etc... Le vienen dados. El problema es cuando dichos principios se contraponen a otros principios pertenecientes a otra institución, como la familia o la pareja u otra organización.

Si analizamos un fenómeno como el de la jubilación podemos comprender esto. Conozco muchos adultos que al jubilarse (y sobre todo al ser prejubilados) entraron en crisis, porque ya no eran trabajadores. Habían construido su identidad en base al trabajo, pero no sólo eso, a trabajar para una organización de la que formaban parte. De repente se dan cuenta que ellos han sido leales, pero la organización no (normal, dado que para eso tenía sus propios intereses). Eso suele generar muchos conflictos, sobre todo si estás organizado desde un tercer orden de conciencia, según Kegan. Por ejemplo, recuerdo que en cierta forma eso le pasó a mi padre (y no quiero decir que estuviera en un tercer orden que si me escucha o lo lee seguro que no le hace mucha gracia, seguro que él estaría por lo menos en un 7º orden ;)
Una vez durante una comida se empezó a criticar una institución (Bancaja) comparada con otra institución (La Caixa). Mi padre había trabajado en Bancaja durante más de 30 años, y criticar Bancaja significaba criticarlo a él (tal era el grado de identificación). Recuerdo una frase lapidaria que luego hemos recordado muchas veces entre risas: "¡ No mencionemos instituciones!". Fue interesante ver su transición cuando se prejubiló o lo prejubilaron.

Muchas empresas actualmente (como tradicionalmente muchas instituciones y organizaciones) socializan a sus miembros tratando de conseguir este tipo de adhesiones sin cisuras. Tradicionalmente muchos ritos de paso pretendían justamente conseguir esto: conseguir un adulto integrado en la sociedad (la comunidad social actuando como una estructura de cuarto orden, para sus miembros en un tercer orden).

El problema de las sociedades complejas postmodernas actuales está en que se fomenta el individualismo y además no hay modelos universales válidos. No hay instituciones generales, no hay verdades fundamentales. Imagino que por eso al nuevo papa Mazinger, digo Ratzinger no le gusta mucho el Relativismo, pero bueno, me voy de tema.

En un contexto como el actual, la tarea de construcción de la identidad supone un desafío mucho mayor, es una tarea más solitaria. Por eso en el contexto actual el tema de la identidad cobra nueva relevancia.

Por eso, creo, la nueva religión que supone la Publicidad, genera nuevos valores, nuevas costumbres, nuevos hábitos.

Una persona que esté en un tercer orden de conciencia responderá a todos estos valores, normas, reglas, y se verá desbordado cuando entren varios en conflicto, porque no existe una estructura independiente que las gestione e integre. Esa estructura es la identidad.

El quinto orden es más sistémico porque cuestiona justamente esa estructura de identidad, la propia ideología construida. Es de lo más amenazante si lo piensas. Una vez construida tu identidad, cuestionarla exige grandes dosis de flexibilidad y tolerancia a la frustración, incertidumbre, etc... La identidad se vuelve el objeto mientras se está sujeto a las estructuras sistémicas complejas.

Tengo varios trabajos escritos y publicados (o en vías de publicarse) sobre estos temas. Los dejaré junto a los otros que mencionaba.

Gracias por la pregunta que me hizo reflexionar un poco sobre esto.

Un saludo

Alejandro

Gloria -

Hola Alejandro,

lo primero... ¡Feliz año! Espero que hayas disfrutado mucho de las vacaciones.

Sobre lo que decías en este artículo... sí! la verdad es que, de entre las tres “autodescripciones” presentadas se pueden notar grandes diferencias.

Como decías, la primera, de la niña de 10 años, se basa en una enumeración de rasgos, físicos y psíquicos (habla de su inteligencia, de su forma de ser con los demás...) bastante concretos.

En la segunda, de 14, es curioso cómo se dejan totalmente de lado los atributos o características físicas para centrarse más en el comportamiento, estados de ánimo y actitudes hacia el mundo. Ya se percibe cómo reconoce esos cambios de humor sufridos, comunes en el comienzo de la adolescencia, y la importancia que va cobrando la opinión que, sobre ella, tienen los demás.

Por último, la de 16 años, parece estar sumida en un mar de dudas (qué raro...) y está bastante preocupada por su futuro, por lo que le espera, por su evolución... temas más existenciales y “profundos”.
Quizá se siente insegura porque presiente que en un tiempo no muy lejano comenzará su transición hacia el mundo de los “adultos”, la transición identidad VS confusión de identidad. Parece querer aclarar quién es ella, cómo es ella, qué quiere...

Erikson dice que en esta etapa, en esta transición, “el joven debe sentir una continuidad progresiva entre aquello que ha llegado a ser durante los largos años de la infancia y lo que promete ser en el futuro”.



Muy pero que muy interesante lo que has traducido de McAdams. Me siento muy identificada con algunos de los aspectos de los que habla: la búsqueda de una identidad “firme” tras nuestra adolescencia.

Lo que más me ha llamado la atención es lo siguiente:
“... la Identidad se vuelve un problema cuando los adolescentes se dan cuenta de que son, han sido o podrían ser muchas (y conflictivas) cosas diferentes, y experimentan un deseo muy fuerte, alentado por la sociedad, de ser sólo de una manera (grande, integrada, dinámica)”.

A mí aún me ocurre que me siento algo sobrepasada cuando me imagino la de cosas que podría hacer (o que podría haber hecho) o la de cosas que podría ser (o podría haber empezado a ser) porque... tengo la sensación de que lo quiero todo... y de que el tiempo me persigue.
Sin embargo, desde fuera, desde la sociedad, desde la familia incluso, se anima a los jóvenes a “centrarse”, a “encauzar su vida”, a... “situarse”, como dice mi madre, quizá porque tienen miedo de verles algo “perdidos” o... ¿quizá “exploradores” de lo que les rodea?




¡Ah! Precisamente anoche, en la cena, intentaba explicarle a mis padres lo que era ese “cuarto orden de conciencia” sobre el que he estado leyendo últimamente. Les hablé de los ejemplos planteados sobre los padres y lo “recomendable”, aunque no “obligatoriamente necesario” que era que los adultos hubieran alcanzado este orden de conciencia.

Ahora, conectando Kegan y lo leído sobre identidad (McAdams) parece que se requiere el cuarto orden de conciencia para alcanzar esa “identidad”.
Entonces... ¿podríamos decir que un adulto que no haya alcanzado este estatus... no es, digamos, “consciente” de su identidad...?

Un saludo