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El viaje de Telémaco

Oye, y Gloria.. ¿qué observa?

Oye, y Gloria.. ¿qué observa?

Esta pregunta me la ha formulado Silvia, una alumna de Psicología del Desarrollo, mientras conversábamos en la cafetería de la Escuela de Magisterio, en el transcurso de nuestra peculiar clase de hoy (por cierto, gracias Cristina, Patricia, Ana y Alicia por venir). 

Una primera respuesta rápida era: si escuchas nuestros metálogos podrás hacerte una idea, porque en ellos Gloria me pregunta cuestiones que se le han ido ocurriendo mientras estaba en clase. La segunda respuesta rápida era: espera que le llamo al móvil y se lo preguntamos ;)

No es raro que tenga algún invitado en clase, que quiera venir a observar. Por ejemplo Juanjo, Mary, Paloma, David y Carmenchu, han venido a clases que ya habían cursado y en las que ya no estaban matriculadas. Carmenchu y Gloria han realizado incluso seguimientos no ya de clases especiales, sino de una asignatura entera (atendiendo al proceso). ¿Tiene esto sentido?

Claro, si lo importante fuera el contenido, no tendría mucho sentido. ¿Repetiría alguien las clases de la autoescuela? Probablemente no. Ahora, ¿repetiría alguien una clase de inglés, de baile, de spinning, de teatro o de defensa personal? Puede que sí. Puede incluso que lo normal en estos casos sea justamente repetir.

En mi formación en DBM, que está basado en una metodología de aprendizaje experiencial, es común repetir cursos. Justamente repitiendo puedes avanzar en el desarrollo de las habilidades que se están enseñando. Además, un curso nunca es el mismo curso: porque siempre hay innovaciones, añadiduras, extensiones, porque la gente es diferente, porque uno mismo es diferente, etc...

Volver a participar de una formación que ya se ha realizado permite un nuevo nivel de aprendizaje o de análisis. Sobre la base de la experiencia anterior, se puede construir atendiendo a la nueva, consolidando distinciones o apreciando nuevos matices que antes pasaban desapercibidos. Cualquier persona que haya realizado formación experiencial entenderá muy bien esto.

No obstante, ante la pregunta, los aludidos en este post pueden contestar si lo consideran oportuno ;)

Un saludo

 

Alejandro 

5 comentarios

Inma -

¡Hola a todos!

Curioso es encontrarte un post como este, cuando por casualidad me encontraba releyendo el antiguo blog que realicé de la asignatura de Psicología de la Infancia hace ya unos cuantos años. Recuerdo lo que disfruté escribiendo, descubriendo una forma nueva de expresarme que me hacía conectar todo lo que durante años había aprendido y que parecía cobrar forma de repente.
¿Qué será esa extraña fuerza que nos hace volver a aquello que en algún momento nos ha hecho pensar o crecer de algún modo?
Supongo que la emoción, algo que te ha hecho feliz, que te ha emocionado y de algún modo ha cambiado una parte de tu vida. Por esa razón, creo que de alguna manera siempre intentamos recordarlo, amarrarlo, intentar aprovecharlo al máximo... De ahí, que volvamos a pensar sobre ello, a intentar vivirlo y a analizarlo para entresacar de él lo más importante.

Por eso estoy aquí escribiendo, quizá necesitaba volver a revivir aquel momento de mi vida...

Porque cuando un aprendizaje te traspasa y te hace cruzar puentes imaginarios, cuando pasa al tiempo te das cuenta realmente de lo importante que ha sido. Gracias por poner este post..., quizá me siento más comprendida.

Un abrazo

Inma

Anabel -

Gracias a ti alejandro por no hacernos perder el tiempo, y aclararnos cosas que nos tenian preocupadas.
Un saludo

Paloma -

Hola. Soy Paloma, una de las aludidas y aquí va mi comentario.

¿Que sentido tiene repetir una clase o una asignatura que ya has cursado?¿Qué sentido tiene escribir en un blog mientras la estás cursando?

Empezaré por la segunda cuestión contando brevemente mi experiencia.

Cuando cursé la primera asignatura con Alejandro, me mantuve al margen de utilizar esta herramienta dado que mi planteamiento universitario era muy diferente a lo que ha terminado siendo. Aunque eso no viene al caso.

Lo cierto es, que en la segunda asignatura tomé conciencia de la utilidad que podía darle a este recurso y empecé a elaborar mi propio blog tomando como referentes los blogs de compañeros que y el de mi profesor. Poco a poco lo fui disfrutando y a recoger sus frutos.

La siguiente asignatura, metida ya en proceso de toma de conciencia de mi protagonismo en mi aprendizaje, me sentía más motivada a dar y recibir. La misma actividad actuaba como motivación en la mayoría de las ocasiones. Además, empecé a apreciar otra motivación que no había previsto, ésta fue, poder intercambiar opiniones sobre lo que yo consideraba dando así un espacio de reflexión a los temas que me alejaban de la sensación de incomprensión que tiende a separarte de las materias activando la disposición de actuar desde el sistema automático, del mismo modo que vas conduciendo siempre por el mismo sitio sin apreciar los cambios de estación en los elementos del paisaje.

Desde esa consciencia, con el deseo de aplicar lo que había descubierto ( como dice Alejandro no hay dos clases iguales, no somos los mismos, etc...) pedí poder pasar por el mismo proceso, esta vez, liberada del peso de "tener que hacer" para pasar a entender "cómo se hacía" o por lo menos a intentarlo.
A su vez, trataba de definir, más nítidamente, algunas de las distinciones que había adquirido y de ese modo poder entender mejor como son los procesos, si se parecen, si tienen momentos establecidos, si todo depende del grupo...

Desde otro posicionamiento, buscando encontrar patrones o formas comunes de desarrollo de los procesos con cuidado de no interferir en los procesos de los demás, dado que yo comprendía que había necesitado moverme por mi misma en la comprensión y los demás tenían que recorrer su propio camino.

Ahora que lo pienso, creo que esta experiencia de repetidora voluntaria ha servido de experiencia intermedia para poder llevar al aula algo de la metodología DBM, no digo del mismo modo que lo hace Alejandro, ( eso me parece imposible )sí, desde una comprensión basada al menos en dos perspectivas, la del alumno y la del contexto.

Bueno, reflexiono sobre esto y creo que habría tenido que colarme en más clases, ahora que todo ha cambiado tanto externamente, las asignaturas tiene otros nombres, las personas son generacionalmente bastante distintas y yo he pasado por la aplicación de muchas de las cosas que fui comprendiendo en mi propio aula y con mis propios alumn@s, situándome en otra perspectiva: la de "la profesora incomprendida"

Este es un registro muy interesante cuando sabes hacia donde quieres dirigirte. Los alumnos tienen sus expectativas sobre ti; desde fuera parece que la clase no tiene ni pies ni cabeza y tú vas atendiendo a lo que ahí sucede y "modelando" esa clase única e irrepetible, sabiendo a su vez, que si volvieras a entrar después de lo que ya sabes, de nuevo, harías algo diferente.

¿Qué sentido tiene volver ver una película cuando ya la has visto?¿Qué sentido tiene verla cuando te identificas con los personajes?¿Qué sentido tiene verla cuando alguien te sugiere un detalle en el que tú no habías reparado?

Yo diría que el sentido depende de lo que tú vayas buscando o de lo que vayas encontrando.

Tal vez, vuelva a solicitar que me dejen volver a cursar otra asignatura para el próximo cuatrimestre y así os sigo contando.


Gloria ya te escribo.
Gracias por la mención, Alejandro. Espero que la anécdota haya sido útil.

Un saludo a tod@s.


Alejandro -

Gloria, gracias por contestar. Ja.. no sé si el resto de los aludidos se verán tan elegantemente empujados a hacerlo, pero, quién sabe.

Por cierto, ¿qué le pasa a mi flequillo...? ;)

Gloria -

Sí, la verdad es que es el colmo, por mi parte, que… ¡haya tenido que ver mi nombre en el título de un post para animarme (o verme elegantemente empujada… ;) ) a escribir! Me siento honrada, mientras me pregunto si esto no formará parte de una estrategia de artillería pesada para re-enganchar a los asiduos seguidores del blog, que nos mostramos más tímidos que en otros tiempos, pero mientras también me digo que esto no deja de ser otro ejemplo de utilización.

Precisamente esta mañana, mientras me duchaba, pensaba sobre la respuesta a la pregunta de Silvia o, más bien, sobre una pregunta más amplia que la incluiría, y que es la siguiente: “¿Qué hago en las clases de Psicología del Desarrollo en las que acompaño a Alejandro?”. Tras haber tenido una breve conversación telefónica con él, en la que me comentaba que había alumnos de Psicología del Desarrollo que habían preguntado por mí debido a mi ausencia en las últimas tres sesiones, y tras mi comentario jocoso (o no tanto) acerca de que tal vez se sentirían aliviados, volvía a revisar lo que yo hacía en esas sesiones, qué me motivaba a ir, qué me llevaba de ellas…

Mi primera respuesta rápida sería que voy porque siento que aprendo, así que en ese sentido podría decirse que voy como alumna. De hecho, estas clases se han convertido en una intensa estimulación intelectual, que compensa la que en gran parte no recibo cuando me embarco, como alumna real, en otros contextos de formación.

Siguiendo lo que planteaba Alejandro, ¿tiene esto sentido? ¿Tiene sentido que vaya a esta asignatura de primer curso de Magisterio o que en otras ocasiones haya asistido esporádicamente a sesiones de asignaturas que ya había cursado…? Para mí sí lo tiene, y algo avanzaba él al respecto cuando hablaba del inglés o del teatro. En experiencias de aprendizaje en las que se atiende a una idea tan sencilla pero normalmente tan obviada como que nunca nada es lo mismo, empezando porque las personas que en ella participan (aún siendo las mismas) no lo son, las repeticiones se presentan como algo placentero que ofrece novedades excitantes y a lo que tú aportas novedades excitantes, que probablemente antes no habías sido capaz de apreciar. En este sentido, sí que es posible que yo ahora, observando y participando en secuencias cuyo contenido ya había “visto” (y que por cierto, también en relación al contenido siento que sigo aprendiendo), vea otros elementos, vea otras capas, vea otras conexiones que antes no eran posibles. En parte, esto es algo que surge más explícitamente a lo largo de los “metálogos” en el coche entre Alejandro y yo, que siento como una prolongación de lo vivido en la que se me da la grata oportunidad de revisar, de preguntar, de escuchar, de conectar… Que en alguno de ellos “se nos vaya un poco la cabeza”, o que se me vaya a mí alejándome (o queriendo acercarme) de (a) lo inicialmente tratado, no hace más que confirmar que se puede hablar de lo mismo sin estar hablando cualitativamente de lo mismo, y que esto suele ocurrir cuando vamos desarrollándonos, aunque a veces esto vaya pasando desapercibido para nosotros mismos. Realmente creo que en ocho años podríamos estar en ese coche (o quizá en otro, último modelo…), charlando tras una sesión aparentemente igual y… poco sería lo mismo.

Así pues, siento que aprendo, que sigo aprendiendo, que pienso, que sigo pensando. También me gustaría añadir algo, que trascendería mi rol de alumna, y que me ocurre en este contexto. En varias sesiones, comenzando por la primera de la asignatura, no me he sentado en la última fila de mesas, sino que me he sentado sobre “la mesa del profesor”. Hacer esto, para mí, es un verdadero reto, porque humildemente, y consciente de lo que decía más arriba, que sigo aprendiendo, adopto un nuevo papel en la clase y, aceptando que no soy Alejandro (y que tampoco tengo su flequillo :P) intento indagar acerca de mi forma de hacer las cosas y de atender a las necesidades y expectativas de los que forman parte de esa clase. Se forma así un curioso paralelismo, porque mientras que los que allí están tienen como meta ser maestros, yo tengo el deseo de acercarme un poco más a cómo serlo.

Un abrazo y… gracias (a Alejandro y a todos los alumnos y alumnas de Psicología del Desarrollo).

Gloria.